Apuraba con calma las últimas caladas de su cigarrillo mientras esperaba con paciencia a las puertas del autobús. Un chispeante tintineo en la consola de mando le indicó que era la hora de partir. Último sorbo de nicotina, un ligero aspaviento al jefe, dos pasos y ya estaba al volante.
Se tomó su tiempo para encender el motor. Lo puso en marcha con el cariño de quien ama lo que hace. Todo en orden, se caló las gafas tras abrirlas con un gesto seco y se ajustó el cinturón.
- Salimos ahora mismo. Suban, por favor.
Y con un gesto despreocupado, encendió la radio y arrancó.
Se tomó su tiempo para encender el motor. Lo puso en marcha con el cariño de quien ama lo que hace. Todo en orden, se caló las gafas tras abrirlas con un gesto seco y se ajustó el cinturón.
- Salimos ahora mismo. Suban, por favor.
Y con un gesto despreocupado, encendió la radio y arrancó.
- Tiran tariran, tiran tariran... Curva a la derecha... Taran tararan. Meto marcha... Yaro yarero, yiro yarara... Siguiente parada.
- Ai jad a frend... chiririaro chiririrero. A Madrid: son 1,96 céntimos. Taratarero, tiritararan. Aquí tiene su cambio señora. Ai guas gualquin in, ji was gualkin aut... chiro, chorero...
El ritmo del rocanrolero iba apoderándose poco a poco de su improvisado coro, que le acompañaba. Ahora movíamos rítmicamente la pierna, después la cabeza seguía involuntariamente a su melodía, finalmente los susurros se convertían en palabras.
- Gui guen ba insai... tero torero, tira tarero... -lideraba el busero la canción-.
Giro a la izquierda y nueva parada: que se prepare el coro:
GLORI DEIS GUER DEI PAS BAI
GLORI DEIS
GLORI DEIS
tanatana tanananá
El nuevo público sólo podía unirse a la fiesta.
- Un billete de ida para Madrid... naranananá
- Su cambio... glori deis... taratatantantan
Ninguno de nosotros sabía lo que estábamos entonando. De poco importaba que la canción tuviera algún sentido. La estábamos cantando juntos ese coro de desconocidos bajo la batuta de nuestro busero rocanrolero...
GLORI DEIS... GUER DEI PAS BAI
GLORI DEIS...
GLORI DEIS...
tanatana tanananá
Guuuau
Y es que bastan una canción y un viejo roquero con ganas de vivir con alegría el aniversario del rey sirven para iluminar todo un día, para unir un coro de voces anónimas cantando juntas letras desconocidas...
GLORI DEIS... GUER DEI PAS BAI
GLORI DEIS...
GLORI DEIS...
tanatana tanananá
Cuatro giros bruscos, descenso mortal a la estación y ya estábamos en el destino. Allí dejó a su coro en busca de uno nuevo mientras él entonaba su particular tributo al rey de Memphis...
- Guan, chu, zri, for, faif, les rock!!!!
4 comentarios:
Esto no tiene nada que ver con el texto... pero te das cuenta de que en tus escritos sale mucho el transporte público?
Sácate el carnet de conducir!!!
Precisamente acabas de mencionar otra razón por la que no merece la pena sacarse el carnet. Si uno ya está muy solo en una gran ciudad, ir a todas partes en tu propio coche te aisla más todavía. Me niego en redondo.
Al margen de que en Madrid es una locura ir en coche y aparcar, precisamente son estas "aventuras" cotidianas las que le dan algo de novedad a cada día. Y sin ellas, ¿de qué escribo?
Que grande es Otto, el autobusero de los simpsons...no se por qué, pero me he acordado de ese personaje...
Jejeje
Tienes razón: mi conductor de autobús recordaba un poco a él, no en el físico (no era amarillo), pero sí en la actitud. Muy grande...
Publicar un comentario