lunes, 15 de septiembre de 2014

La insignificancia

Ya seas rey o vasallo, ya héroe o villano, famoso o anónimo, tarde o temprano llega el momento en el que afrontar la insignificancia. La vida que fluye o ha fluido en mil y un posibles caminos perdidos que nunca volverán, las oportunidades del pasado que terminaron siendo otros posibles caminos, la sensación de derrota ante el orgullo de una vida conforme a una moral que podría haber sido otra, la duda que carcome...

La insignificancia no es más que el certificado del anhelo de vivir mil vidas al unísono, de haberlas extinguido hasta su último segundo, de saberse no leído por un mundo que languidece a medida que se consume con cada respiración y cada latido. Quizá fuera mucho más fácil abrazar la insignificancia y dar el pasado por pasado, la vida por vivida, el futuro por porvenir.Y sin embargo el candor de los sueños pasados me lo impide.

En ésta, otra de mis botellas al océano que sé que nunca leerás, me invade la duda de qué echo de menos de ti, si tu persona o la estela de un recuerdo fantasioso, de una fantalidad soñada desde que por primera vez mis dedos se tornaron en palabras en este grimorio de soledad compartida con todos y con nadie. Te echo de menos incluso desde antes de conocerte. Tú sólo diste forma terrena por un instante a ese anhelo de significancia que trascendió lo cotidiano. Tú, esa voz muda al otro lado de estas palabras que has tenido tantas caras, ahora adoptas una forma ya olvidada, ahora te transformas en un ángel envuelto en la neblina del misterio. Cada día me traes un sueño del pasado hecho idea, contra la que poco puedo.

Junto a ti todo cobró cierto sentido, como una forma vana de aparcar esa conversación que siempre me debí a mí mismo para encadenar mis sueños a la tierra. Junto a ti conocí un sentido que nunca supe apreciar, anclado al frío espectro del raciocinio. Pero no lo abracé lo suficiente, y ahora solo debo mirar al viento gélido que envuelve a esa sensación que tarde o temprano todos debemos abrazar, nuestra insignificancia. Y en este abrazo a la significancia, en un mundo en el que somos como ropas usadas que con facilidad se descartan ante la nueva temporada, me avergüenzo ante el pensamiento de que quiero, deseo, con más fuerza de la que puede aguantar mi pecho, decirte que quizá ahora no seamos nada más que dos extraños que nunca cruzarán sus miradas de nuevo y, sin embargo, tú vives en mi recuerdo como yo no vivo para ti. Tú significaste y significas un algo importante que no ha abandonado mi cuerpo. Porque quiero creer que en un rincón de ti, también, una pequeña parte de mí también anida dentro, haciendo que esta vida de insignificancia haya tenido al menos un propósito duradero.

No hay comentarios: